Comprendiendo el Ictus

Andrés Velasco

11/27/2024

blue and green peacock feather
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El ictus, o accidente cerebrovascular (ACV), es una de las afecciones neurológicas más impactantes, ya que puede alterar profundamente la vida de quien lo sufre. Ocurre cuando el suministro de sangre al cerebro se interrumpe por un coágulo (ictus isquémico) o por la ruptura de un vaso sanguíneo (ictus hemorrágico).

Las consecuencias del ictus son variadas, pero con rehabilitación adecuada, muchas personas pueden recuperar habilidades esenciales y volver a ser independientes.

Tipos de ictus: Conoce sus diferencias

  1. Ictus isquémico:
    Es el más frecuente (alrededor del 87% de los casos) y ocurre por la obstrucción de un vaso sanguíneo, lo que priva al cerebro de oxígeno.

  2. Ictus hemorrágico:
    Más grave, aunque menos común, se produce por la ruptura de un vaso sanguíneo, generando sangrado dentro del cerebro.

  3. Accidente isquémico transitorio (AIT):
    Conocido como "mini-ictus", provoca síntomas similares al ictus isquémico, pero que desaparecen en pocas horas. Es un signo de alarma de futuros eventos cerebrovasculares.

Identificar y actuar ante un ictus es clave para minimizar daños y facilitar la recuperación.

Factores de riesgo

Algunos factores de riesgo son modificables y su control puede reducir significativamente las probabilidades de sufrir un ictus:

  • Hipertensión arterial

  • Diabetes y colesterol elevado

  • Tabaquismo y consumo excesivo de alcohol

  • Sedentarismo

  • Estrés sostenido

  • Antecedentes familiares o personales de ictus

Adoptar hábitos saludables no solo disminuye el riesgo, sino que mejora la calidad de vida en general.

Secuelas del ictus

El ictus puede dejar secuelas que afectan distintas áreas:

  1. Alteraciones motoras:

    • Pérdida parcial o total de movimiento en un lado del cuerpo (hemiparesia o hemiplejía).

    • Dificultad para coordinar movimientos o mantener el equilibrio.

  2. Alteraciones somatosensoriales:

    • Cambios en la sensibilidad: entumecimiento, hormigueo o dolor neuropático.

    • Dificultades para procesar estímulos táctiles, como la temperatura o la presión.

    • Alteraciones en la propiocepción.

  3. Alteraciones cognitivas:

    • Problemas de memoria, atención, planificación o resolución de problemas.

  4. Secuelas emocionales:

    • Depresión, ansiedad, irritabilidad o frustración, que pueden ser tanto consecuencia directa del ictus como una reacción al cambio en la calidad de vida.

Estas dificultades interfieren con las actividades básicas de la vida diaria, pero la terapia ocupacional puede ayudar a recuperar la funcionalidad y la independencia.

La importancia de la rehabilitación y el entorno real

La rehabilitación neurológica es esencial para estimular las capacidades residuales y fomentar la neuroplasticidad, es decir, la capacidad del cerebro para adaptarse y reorganizarse tras una lesión.

El trabajo en el hogar y en entornos reales tiene un valor único:

  • Individualización: Cada persona tiene desafíos específicos, y adaptar los ejercicios y actividades al entorno cotidiano permite atender de manera más efectiva sus necesidades.

  • Funcionalidad directa: Trabajar en el espacio donde la persona vive y realiza sus actividades diarias facilita la transferencia de lo aprendido a su rutina.

  • Entorno accesible y conocido: Permite identificar barreras físicas o prácticas y proponer soluciones adaptadas, como reorganización de muebles o herramientas ergonómicas.

La rehabilitación no se limita a lo físico; también incluye aprender a convivir con las limitaciones, maximizando las capacidades que se conservan.

¿Qué hacemos en terapia ocupacional?

La terapia ocupacional tiene como objetivo principal potenciar tu capacidad para realizar las actividades importantes de tu vida diaria, recuperando la mayor independencia posible. Este proceso incluye:

  • Rehabilitación motora y somatosensorial:
    Ejercicios específicos para recuperar fuerza, movilidad y sensibilidad, adaptados a las áreas afectadas por el ictus.

  • Entrenamiento en actividades de la vida diaria (AVD):
    Aprender o reaprender a realizar tareas esenciales es clave para volver a sentirse independiente.

    • En las AVD básicas, como vestirse, alimentarse o asearse, trabajamos estrategias adaptadas a las limitaciones motoras y sensoriales. Por ejemplo, enseñamos técnicas para vestirse con una sola mano, o el uso de utensilios ergonómicos para facilitar la alimentación.

    • En las AVD instrumentales, como cocinar, manejar dinero o realizar compras, nos enfocamos en habilidades que permiten una mayor independencia. Esto puede incluir desde entrenar la seguridad en la cocina hasta estrategias para organizar las finanzas.

    Todo este entrenamiento se desarrolla con un enfoque funcional y realista, asegurándonos de que lo aprendido sea aplicable directamente en la rutina diaria del paciente.

  • Apoyo cognitivo:
    Intervenciones específicas para trabajar memoria, atención y planificación, adaptadas a las necesidades particulares de cada persona.

  • Adaptaciones en el hogar:
    Identificar barreras y proponer soluciones prácticas para facilitar la movilidad y seguridad en el espacio cotidiano.

El trabajo es continuo, y celebramos cada avance, desde los pequeños logros hasta los pasos más grandes.

¿Por qué esperar para empezar?

El ictus puede cambiar tu vida, pero no tiene por qué definirla. Con un enfoque personalizado y una rehabilitación adaptada, es posible superar barreras y recuperar la independencia. Ya sea en tu hogar, en un espacio terapéutico o combinando ambos, trabajaremos juntos para que avances hacia una vida activa y significativa.

Da el primer paso hacia la recuperación hoy mismo.